13 de enero de 2009

CANTAUTORES, CRONISTAS DE LA SOCIEDAD. I Parte: Bajo la censura franquista

En cada rincón del mundo hay un artista que mezcla poesía y música para relatar la historia de la sociedad donde vive. Se nutre de experiencias propias y ajenas para protestar contra las injusticias sociales. Es por ello, que los cantautores nos han ayudado a abrir los ojos y ver la vida desde otra perspectiva.

Años atrás, cuando aun Franco tenía el poder en sus manos, en 1956, Paco Ibáñez pone música y voz a una letra de Góngora “La más bella niña”. Emprende así su camino hacia la canción de autor española en Paris. La censura franquista y la frontera de los Pirineos, que nos separan de Francia, impedían la difusión de las canciones de este artista fuera del campo de la intelectualidad y la clandestinidad. Sin embargo, estas circunstancias no obstaculizaron la aparición de un nuevo movimiento, llamado la Nova canço (Nueva canción) catalana, apoyada por una industria cultural propia y centrada en la defensa de la lengua.

En poco tiempo, la Nova canço se convirtió en un modelo a seguir por otras regiones de España. Fue así como aparecieron la Nueva Canción Castellana y Canción del Pueblo, en Castilla, grupos como Jarcha y Aguaviva, en Andalucía, Voces Ceibes en Galicia o cantantes como Benito Lertxundi en el País Vasco. Todos ellos reivindicaban sus lenguas y sus raíces, ofreciendo algo más de lo que podían aportar los productos comerciales de la época.

A estos artistas se unieron nuevos cantautores con letras en español, tales como Víctor Manuel, Joaquín Sabina, Javier Krahe, Cecilia, Aute o Ana Belén. Este género musical empezó a tener éxito. Es por ello que la novedad y la vitalidad de la nueva canción suscitarán, a finales de los años sesenta, el interés de las compañías discográficas nacionales que siempre habían desconfiado de lo que despectivamente llamaban “canción protesta”. Esto se debía a que la mayor parte de los cantautores se vinculaban en lo personal y en lo artístico con la izquierda antifranquista.

Debido a la situación de censura que se vivía en los años 70 en España, los cantautores se vieron obligados a cantar en teatros locales, centros parroquiales y en escenarios, a veces secretos y muy pequeños. Les acompañaba un ambiente cultural y una contestación social, aunque la mayoría de las personas eran universitarias o sindicalistas clandestinos.

Foto: Inma Bermejo

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